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Levantarse cuando es más difícil

Michael Berg
Octubre 26, 2022
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Avraham tenía dos hermanos, Harán y Nahor, y es en esta porción de Nóaj que Harán muere. El Arí nos dice que Harán reencarnó posteriormente en Aharón, el hermano de Moshé, un gran gigante espiritual. El nombre Aharón tiene al nombre Harán en él con la adición de una Álef, que representa una inyección de la Luz del Creador.

"Entender que nuestra singularidad y cómo todas las situaciones son siempre perfectas".

Durante la época de Avraham, la gente pensaba que había muchas fuerzas en el mundo y que se debían adorar diferentes ídolos para recibir ayuda en cosas distintas. Pero Avraham comenzó a darse cuenta de que hay solo una única fuerza en este mundo y es en ésta en la que debemos concentrar nuestras energías, conectándonos y unificándonos con esa fuerza, en lugar de adorar a distintos ídolos.

Sin embargo, Téraj, su padre, era un gran idólatra cuyo negocio era vender ídolos a mucha gente. Así que cuando vio que su hijo, Avraham, comenzó a ir en contra suya, su negocio y el mundo, Téraj fue a hablar con Nimrod (el líder en aquel momento) y le pidió hacer algo con su hijo; Nimrod arrojó a Avraham a una hoguera. Como ya sabemos, ocurrió un milagro, Avraham fue salvado del fuego y comenzó a cambiar el mundo. Pero ¿en dónde estuvo el hermano de Avraham, Harán, durante todos estos eventos?

Cuando Téraj le dijo a Nimrod “asesina a mi hijo”, Harán estaba allí. Rashi dice en el Midrash que Harán era una de esas personas a las que no les gustaba involucrarse mucho, que no se enfrentaban a nada, en especial cuando podría conducir a la muerte o a problemas. En específico, dice que Harán estaba “sentado”, es decir, no le hizo frente a la situación. Harán se convenció de que si Avraham se salvaba de alguna manera, eso significaba que su camino era el correcto y, por ende, seguiría su camino; pero si Nimrod lograba asesinar a Avraham, eso significaría que el camino de Nimrod es el correcto y, por lo tanto, lo seguiría a él. Harán, por consiguiente, deja bien claro que no se pondrá del lado de ninguno, él piensa que Avraham está en lo correcto, pero no está dispuesto a sacrificar su vida o ponerse en medio de todo este drama. Así pues, cuando el milagro ocurre y Avraham es salvado del fuego, Harán dijo: “Muy bien, estoy con Avraham”, a lo que su padre respondió arrojándolo a la hoguera y allí murió.

"El Creador nos revela la fuente de nuestra Alma".

¿Por qué Harán murió y Avraham vivió? Porque se trata de la responsabilidad de defender una posición y no de solo enfrentar algo cuando parece fácil. Avraham no fue salvado solo porque defendió una posición, sino que lo hizo inmediatamente, cuando no tenía idea de lo que le esperaba al hacerlo; vida o muerte. Harán defendió una posición cuando creyó que las cosas serían fáciles, cuando ya Avraham había asegurado el camino. Pero dado que Harán estaba esperando que las cosas fuesen más fáciles, perdió la oportunidad de corregirse en esa encarnación.

La enseñanza que obtenemos de esto es que si no defendemos nuestro camino a tiempo, tal vez tengamos que esperar a la siguiente encarnación para hacerlo. El Arí, en la sección 33 de Las puertas de las reencarnaciones, habla de las encarnaciones de Aharón, y de el siguiente paso de Harán como Aharón. Harán reencarnó como Aharón, una persona increíblemente justa. Pero en realidad, él vino a este mundo a corregir solo una cosa: defender su posición. Aharón le dedicaba todo el día a compartir, ayudar y hacer la paz, pero todo este gran trabajo no era realmente lo que su alma vino a corregir en este mundo. Solo hubo un momento en su vida por el que había venido a este mundo, y ese momento fue cuando los israelitas querían hacer el becerro de oro. Ellos se acercaron a él y le preguntaron “¿Estás con nosotros o en nuestra contra?”. Esta es la misma pregunta que Nimrod le hizo a Harán.

En la época de Avraham, Harán contestó: “Estoy con Avraham”, pero lo dijo tarde, cuando ya era fácil, por eso reencarnó en Aharón. ¿Qué ocurrió cuando la prueba apareció nuevamente? No pudo enfrentar la situación y cometió el mismo error. Y aunque él no hizo un becerro de oro, tampoco defendió su posición hasta que ya fue tarde, y por eso no pudo hacer la corrección. Ciertamente, Aharón logró grandes cosas, pero no logró la corrección de Harán.

El Arí dice que, a fin de que Aharón lograse su corrección, estaba destinado a ser asesinado en ese momento. Pero ¿entonces por qué en ese momento Aharón comenzó a pensar en todas las razones por las que no debía renunciar a su vida? Porque esa era la razón por la que estaba en este mundo. Y esto nos sucede a todos nosotros; cada vez que tenemos razones o excusas para no estar incómodos, para no enfrentar situaciones difíciles, necesitamos detenernos a pensar que la única razón por la que estamos en este mundo es para enfrentar esas situaciones. Lo que menos queremos hacer en este mundo, lo más difícil para nosotros, es lo que en realidad vinimos a hacer aquí.

Somos únicos como individuos y somos únicos en lo que vinimos a corregir en este mundo. Tanto las cosas buenas como las cosas terriblemente incómodas son las que nos hacen únicos, y son las cosas por las que estamos en este mundo. El Arí dice que toda persona necesita conocer la fuente y la raíz de su alma. ¿Cómo se nos revela la fuente de nuestra alma? Cuando entendemos y profundizamos en nuestra mente que lo más incómodo, las cosas más terribles que nos están ocurriendo ahora, forman parte del proceso para revelar nuestra singularidad. Vivir con esta conciencia no necesariamente hace más fácil el hecho de enfrentar situaciones o estar incómodo, pero puede darnos alegría en el proceso.

Nos conviene comenzar a ver nuestras vidas de esta manera entender que nuestra singularidad y las situaciones buenas, malas o incómodas son perfectas para el desarrollo de nuestra Luz única. Cuando realmente empezamos a saber y vivir esto, el Creador no solo nos comienza a revelar la fuente de nuestra alma, sino que también podemos comenzar a llenarnos de dicha por los momentos difíciles e incómodos, porque sabemos que son la razón exacta por la cual estamos aquí. 


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