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Ángeles terrenales

Batya Solomon
Marzo 10, 2020
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Una mujer me contó el otro día que su hija estuvo en un terrible accidente automovilístico. Lágrimas caían por sus mejillas mientras me contaba la historia. Cuando llegó al final del relato, ¡su rostro se iluminó con gratitud mientras describía que un “ángel” había salvado la vida de su hija! “¿Un ángel?”, contesté. “Sí. La persona que estaba conduciendo el auto detrás de ella vio todo el accidente. Se bajó de inmediato a ayudarla. ¡Resulta que era un doctor de emergencias muy gentil y atento!”.

Qué gran coincidencia… o no. Como estudiantes de Kabbalah, sabemos que no existen los accidentes ni las coincidencias. Vivimos en un mundo perfecto de causa y efecto. ¿Cuáles son las probabilidades de que un gentil profesional médico estuviera “causalmente” conduciendo detrás del auto de esta mujer en el momento preciso en el que ella más necesitaba la ayuda de este desconocido?

Las maquinaciones y los cálculos divinos siempre están operando más allá de la cortina de nuestros cinco sentidos. ¿Se imaginan qué clase de cálculo se requeriría para garantizar que un “ángel” estuviera ahí para ayudar en el momento preciso? No me refiero a los ángeles que aparecen en las historias para niños y arte renacentista. Usualmente son ilustrados como almas sin género en túnicas blancas con alas, además de una aureola. ¿De verdad existen? ¿Quién sabe?

Lo que es verdaderamente milagroso es la existencia de una fuerza angelical que se manifieste en la vida de una persona cuando más la necesita. ¿Qué diferencia hay si un ángel está usando una túnica blanca o unos jeans rotos, el pelo rapado y tatuajes?

En el caso del amable desconocido que ayudó a la víctima del accidente, la mujer necesitada no sabía quién era él. No sabía su nombre. No sabía a quién él le oraba (o si oraba del todo), cuál era su postura política o qué lo poseyó para que saliera en su auto exactamente en esa ruta y en el preciso momento que importaba más. Es un maravilloso misterio.

¿Cuántas veces te ayudó algún desconocido que casualmente se presentó en el momento y lugar correctos? ¿Alguna vez te has detenido a pensar en las increíbles probabilidades de que pudiera ocurrir de esa manera, solo para ti?

Recuerdo haber estado en el hospital a punto de dar a luz. Mi doctor no contestaba los muchos mensajes en su localizador que el personal del hospital le estaba enviando (él luego me contó que sucedió algo rarísimo. Por primera vez en su carrera profesional, la batería de su localizador se había agotado y él no se dio cuenta). Mientras tanto, había un problema con el parto. Mi bebé simplemente no quería dejar la comodidad de mi vientre. Al principio no me di cuenta de que había un problema. Solo observé que había una enfermera en la sala de partos y después el número aumentó gradualmente a siete como mínimo, luego eran diez del personal médico dando vueltas nerviosamente. ¡Algo estaba saliendo terriblemente mal y nadie me decía nada!

Finalmente, una enfermera me informó que mi doctor no se encontraba por ningún lado y el bebé estaba bajo estrés.

Mi bebé estaba literalmente atascado en el canal uterino y el pánico aumentaba contantemente en la habitación, ¡y ni qué hablar de mi cuerpo! ¡Yo estaba enloqueciendo! En este punto de mi labor de parto, con las rodillas a las orejas y el increíble dolor que sentía, habría dejado que el conserje diera a luz a este bebé si ayudaba en algo!

Finalmente, un desconocido a quien nunca antes había visto, este maravilloso doctor que no sabía nada de mí o de mi bebé, asumió la tarea y anunció su nombre. Dijo: “Mi nombre es Dr. Michael…”, no escuché el resto de su discurso. Mi intuición me habló. Mi cuerpo de inmediato sintió su presencia y se relajó. Todo lo que supe en ese momento, todo lo que vi en ese momento, fue al ángel Michael que se había hecho cargo del cuerpo de esta desconocida e iba a salvar a mi bebé. También supe en aquel momento que mi bebé estaría bien y que lo llamaría Michael, igual que el ángel que salvaría su vida.

Ese suceso mágico ocurrió hace más de veinte años, pero lo recuerdo como si fuera ayer. Los ángeles vienen en todas las formas y tamaños, y se presentan de las maneras más impredecibles. Mi angelito es todo un hombre ahora y, entre todas las cosas, ¡resulta que lo que le apasiona es convertirse en médico!

Deseo que sea un ángel tan amable y gentil como el ángel que salvó su vida y le dio la bienvenida al mundo.


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