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Géminis: tres niveles de la conexión progresiva

Michael Berg
Junio 4, 2016
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En el Séfer Yetsirá, Avraham escribe que el poder y el regalo singular que está disponible para nosotros en este mes de Siván, Géminis, es el poder del movimiento. ¿Qué significa movimiento y por qué es tan importante?

Tal y como nos enseña la Kabbalah, vinimos a este mundo para alcanzar la revelación total del potencial de nuestra alma, lo cual requiere crecimiento y movimiento constante; no basta con sólo ser una buena persona que realiza algunas acciones espirituales… Debe haber movimiento espiritual constante. Por eso, cuando hablamos de movimiento, el movimiento espiritual es el más importante.

Para realmente entender lo que eso significa, y a donde estamos intentando llegar, me gustaría compartir con ustedes algo que un hombre, cuyo padre era un gran sabio, le enseñó hace miles de años a Rav Shimón bar Yojái. Rav Shimón le pidió que le repitiera una enseñanza que había escuchado de su padre, a lo que el hombre respondió: “Mi padre me enseñó que hay tres niveles de conexiones de crecimiento progresivas hacia la Luz del Creador. Inicialmente, la conexión de una persona con la Luz del Creador es como una hija con su padre, el segundo es como una hermana con su hermano, y el tercer nivel de conexión es como una madre con su hijo”.

Después de escuchar esta enseñanza, Rav Shimón le dijo al hombre: “Si sólo vine a este mundo para escuchar este fragmento de sabiduría, esta enseñanza, entonces toda mi vida habrá valido la pena”. Claramente, esto indica que la enseñanza compartida con Rav Shimón posee casi todo lo que necesitamos saber sobre nuestra vida espiritual y nuestro trabajo espiritual y, en consecuencia, es una enseñanza muy importante y fundamental. Así pues, a Rav Shimón bar Yojái le fue revelado que hay tres niveles de conexión y elevación progresiva entre un individuo y el Creador. El más bajo es como una relación entre una hija y su padre, el segundo es como una hermana y su hermano, y el tercero es como una madre y su hijo.

¿Cuál es el secreto de esta importante enseñanza?

Cuando la mayoría de la gente comienza su viaje espiritual, lo hace porque quiere o necesita algo y, por lo tanto, su conexión con la Luz del Creador consiste en ser un receptor. Quizá necesitamos sanación, ayuda, felicidad, plenitud, pero de igual manera queremos recibir de la Luz del Creador; se dice que ese nivel de conexión es como una hija y su padre, la hija recibe de su padre quien le da lo que puede en forma de ayuda. Ese es el nivel más bajo de conexión espiritual; cuando deseamos recibir a través de nuestra conexión espiritual, no es algo negativo ya que es un nivel mucho más elevado que un individuo que no está conectado con la Luz del Creador. No obstante, este es visto como el nivel de conexión más bajo.

Con el siguiente nivel, el de una hermana y su hermano, los kabbalistas explican que los hermanos y hermanas están en el mismo nivel, hacen el trabajo juntos y hay una alianza; son iguales y trabajan unidos. Así pues, ese segundo nivel es cuando un individuo eleva más su conciencia y entiende que su tarea y trabajo en este mundo no es simplemente recibir de la Luz del Creador, sino ayudar a la Luz del Creador a revelar Luz y bondad a las demás personas de este mundo. En este nivel, aceptamos la alianza y la responsabilidad que tenemos con la Luz del Creador al mismo nivel para hacer lo que podamos para ayudar a los demás, traer la Luz del Creador al mundo y facilitar la conexión de los demás con la Luz del Creador.

Los kabbalistas explican que el nivel más alto es como una madre y su hijo, siendo la madre el individuo que se ha elevado y el hijo la Luz del Creador. Hay un concepto en el que una persona justa, una persona que se ha elevado hasta esa conexión, decreta lo que va a ocurrir. Por ejemplo, cuando esa persona diga: “Aquí se manifestará la sanación y allá se manifestarán bendiciones”, la Luz del Creador tiene que manifestar esa sanación y esas bendiciones. Los individuos que han crecido y se han motivado a avanzar en su trabajo y conexión espiritual pueden llegar a este nivel. Este es un nivel al que podemos y nos interesa llegar, un nivel en el que gracias a la conexión que hemos logrado como una madre y su hijo, se manifiesta la Luz del Creador, llegan bendiciones y se despierta Luz en donde digamos.

Estos son los tres niveles que, si nos tomamos en serio nuestra búsqueda espiritual, deben ser nuestra guía de adónde queremos llegar. Si estamos en el nivel más bajo en donde simplemente hacemos nuestras conexiones y nuestro trabajo espiritual para recibir, debemos avanzar al siguiente nivel, el de una hermana y su hermano; hacer el trabajo junto a la Luz del Creador, ayudar a los demás en sus conexiones, ayudar a la Luz del Creador a ser revelada en este mundo, ser su aliado. Y si estamos en ese nivel, hay uno más alto al que podemos llegar, un nivel en el que el individuo en realidad se convierte en, tal y como dicen los kabbalistas, una persona que controla a la Luz del Creador, cuando nos elevamos a ese nivel en el que podemos decirle a la Luz del Creador dónde manifestarse, qué hacer y a dónde ir.

Cuando hablamos de este mes de Siván tenemos que darnos cuenta del lugar al que debemos ir y qué niveles debemos alcanzar, no estar satisfechos con simplemente ser un receptor de la Luz del Creador y ni siquiera con ser su aliado. Debemos saber que cada uno de nosotros puede, y está destinado a, luchar por llegar al nivel de una madre y su hijo, ser quien decida a dónde debe ir la Luz del Creador. Por supuesto, para lograr eso hace falta movimiento y verdadero compromiso con el trabajo espiritual. Por eso, al iniciar este mes, primeramente debemos obtener claridad sobre la distancia entre donde estamos en nuestro nivel espiritual y a dónde tenemos que llegar; en segundo lugar, tomar la decisión y aceptar el compromiso de querer llegar al estado en el que controlemos a la Luz del Creador y le digamos a dónde ir. No es un trabajo fácil, claramente. Pero de eso se trata este mes: entender a dónde debemos ir y decidir que ese es el lugar al que queremos ir. Y luego, debemos preguntarnos qué tipo de trabajo debemos hacer, cuánto más debemos motivarnos para verdaderamente ser capaces de llegar a ese nivel y si creemos en que hacer lo que estamos haciendo al menos nos llevará a ese tercer nivel.

Ese es el movimiento y estado definitivo por el cual vinimos a este mundo, y es un regalo y un despertar de este mes; un estado con el que si realmente merecemos conectarnos, lo sentiremos. Veremos lo que estamos haciendo y nuestra vida espiritual, luego diremos: “Eso puede estar bien por ahora, pero hay lugares más altos a los que debo llegar”. Este es el mes del movimiento y, por lo tanto, somos despertados e inspirados a encontrar las diferentes cosas y acciones que necesitamos hacer para avanzar hacia el estado definitivo por el cual nuestra alma vino a este mundo.


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