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El deseo de ayudar

Centro de Kabbalah
Octubre 20, 2014
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La vida de Susan Burton tocó fondo. Los problemas de alcohol y adicción a la cocaína la llevaron a pasar varias veces por la cárcel. La última vez que salió un guardia dijo “te veo dentro de poco”. Burton sabía que debía realizar cambios en su vida. Entró a rehabilitación y comenzó a construir una nueva vida.

Cuando se recuperó, Burton encontró su propósito trabajando como cuidadora de ancianos. Se sentía tan realizada ayudando a otros que creó una manera de extender esa ayuda a un sector más cercano a su corazón: mujeres recién liberadas de prisión. Con sus escasos ahorros, ella inició un programa para ayudar a mujeres como ella a guiar sus vidas y carreras en la dirección correcta luego de haber pasado por la cárcel.

Burton ahora es la directora ejecutiva de un programa llamado “Una nueva forma de vida”, este programa ha ayudado a más de 650 mujeres en su transición de la prisión a desempeñar un papel positivo en la sociedad. Ella no pretende ser más virtuosa, elevada o bendecida que los demás. No fueron esas las características que le permitieron fundar una organización basada en el activismo social y su divulgación, ella sólo tenía el deseo de ayudar.

En el capítulo bíblico, Nóaj, el Creador le informa a Nóaj sobre sus planes de destruir el mundo y limpiar la negatividad desenfrenada. Él le ofrece a Nóaj y a su familia una vía de escape, se libraron del daño construyendo un arca y desafiando la feroz tormenta. Pero después de la inundación,

Nóaj vio la destrucción y lloró.

Dios no es amable en ese momento y rápidamente le hace ver a Nóaj su falta de iniciativa. Dios le dice, “Nóaj, me acerqué a ti antes de la inundación para despertar en ti el deseo de rogar por el mundo. Cuando te dije que traería destrucción al mundo y te mandé a construir el arca, en ese momento debiste haber llorado, rezado y rogado por misericordia para el mundo. Sin embargo, no lo hiciste”.

¿Por qué no lo hizo? Es difícil imaginarse a alguien en la situación de Nóaj que no sintiera compasión por su comunidad. Aunque mal orientados y plagados de negatividad, sus vecinos estaban por encontrar la muerte. Pero, ¿cuántos de nosotros le suplicaríamos al Creador en favor de los caídos? ¿Cuántos de nosotros nos atreveríamos ser tan audaces? La verdad es que no muchos lo harían. Sin embargo, no es la falta de compasión la que nos impide a la mayoría dar el paso, es la falta de confianza.

Michael Berg explica que “no es que a Nóaj no le importara, sino que creía que no merecía hacerle una solicitud al Creador. Nóaj no entendía que aunque no tengamos Luz, ninguna virtud especial para poder hacer exigencias, mientras tengamos un verdadero deseo de ayudar a otra persona, ese deseo nos conectará con el Creador”. Cuando decidimos dar el paso y hacer la diferencia, Dios nos apoya dándonos todo lo que necesitamos para ayudar.

Estamos equivocados al asumir que no podemos traer más Luz al mundo porque no tenemos un talento especial, no somos virtuosos o no tenemos años de sabiduría. Todo lo que necesitamos es un puro deseo de ayudar.

Susan Burton es una mujer común con un pasado difícil que decidió ayudar, no porque tuviera talentos especiales, sino porque sintió el deseo de hacerlo. Su deseo de tender la mano a otros y llevar más Luz a su vida, no sólo trae beneficios a las mujeres de su programa sino que también afecta al mundo entero.

Cuando nos encontramos a alguien que necesita ayuda, nuestro deber espiritual es ayudar aunque sólo hayamos tenido una rápida interacción o nos hayan presentado recientemente. No tenemos la tendencia a hacerlo y la razón, otra vez, viene de que desconfiamos de nuestra capacidad para ayudar. Desde un punto de vista kabbalístico, el factor más importante de hacer la diferencia es nuestro deseo y no nuestra influencia social, talento o riqueza.

Somos más poderosos de lo que creemos. Michael Berg dice, “Tú y yo podemos salvar a una persona. Tú y yo podemos salvar el mundo. Podemos hacerlo si buscamos en nosotros las maneras de despertar un deseo de ayudar a otros cada vez más poderoso y debemos saber que sólo este deseo (no nuestra sabiduría o conexión espiritual) hará la diferencia”.

Nóaj perdió una gran oportunidad. Él pudo haber actuado cuando se dio cuenta de la inminente destrucción que produciría la inundación, pero creyó que no podía hacer nada para frenarla y se resignó a seguir diligentemente las instrucciones del Creador.

Muchos de nosotros reaccionamos de manera similar frente a los desafíos. Se necesita un cambio de conciencia para darse cuenta de que, como Nóaj, siempre tenemos opción. La lección para nosotros es: nunca aceptes nada como definitivo. Susan Burton no lo hizo. Cuando una puerta se cerraba, ella encontraba una manera de abrir otra y, al hacerlo, traía más Luz a la vida de otros y al mundo. ¡Que siempre encontremos la manera de abrir puertas con nuestro deseo!


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