Ocurrió en un evento festivo al que asistió hace unos años. Mi amiga, invitada a un evento organizado por un amigo de ella, estaba maravillada por la destreza con la que el anfitrión logró entrelazar a la familia y los amigos presentes. La cena estaba servida espléndidamente, las velas parpadeaban ofreciendo calidez y su casa estaba decorada de forma tan inmaculada que parecía una película. Todos estaban alrededor de la mesa, pasándola muy bien, cuando alguien —al parecer era el primo del anfitrión— preguntó, en voz bastante alta: “¿Y cuándo vas a conseguir finalmente un trabajo de verdad?”.
Se detuvo la música.
¿Era una broma? ¿Estaba fuera de contexto? Mi amiga no tenía idea, pero eso no hizo más que aumentar la incomodidad. Todos, sin duda, hemos experimentado algo similar. De pronto, la habitación se siente más pequeña, las luces parpadeantes se atenúan y la alegría se borra de la habitación. Por suerte, mi amiga actuó con rapidez. ¡Hizo una broma sobre cómo “un trabajo de verdad” estaba en su lista de deseos para las fiestas! La habitación estalló en una carcajada (¡por suerte, según mi apreciación!) y la noche continuó. Su experiencia fue un recordatorio de que, si bien las reuniones festivas rara vez son perfectas… no tienen por qué ser un desastre.
Con la mentalidad correcta —y algunos chistes en el momento apropiado— podemos transitar estas situaciones con facilidad y convertir incluso las reuniones más desafiantes en experiencias significativas. Dado que todos tenemos eventos festivos en nuestros calendarios este mes, he aquí un minitutorial:
Antes de asistir a cualquier evento, tómate un momento para determinar una intención. ¿Estás ahí para reconectarte con tus seres queridos, celebrar logros o simplemente disfrutar de un ambiente festivo? Sin importar cuál sea el evento, puedes elegir con anticipación encontrar la alegría y concentrarte en ella.
Sí, la mayoría de nosotros preferiría no hacerlo. ¡Pero una charla trivial no tiene por qué ser incómoda o agotadora! De hecho, puede ser un increíble ejercicio de curiosidad. Prepara una pequeña lista de preguntas abiertas para iniciar una conversación. Por ejemplo:
“¿Qué ha sido lo más destacado de tu año hasta ahora?”
“¿Cuál es tu tradición favorita para las fiestas?”
“¿Cuál es el recuerdo favorito de tu infancia que tienes de las fiestas?”
Concentrarse en la otra persona puede aliviar la presión y restarle atención a cualquier incomodidad.
Las reuniones familiares a menudo, o inevitablemente, sacan a relucir temas delicados, ya sean consejos no solicitados, opiniones contrarias o recordar viejas heridas. En lugar de involucrarte con una postura defensiva, trata de liderar con empatía. Esto podría llevar un poco más de tiempo, energía o preparación, pero valdrá la pena.
A veces, la mejor manera de manejar una situación difícil o incómoda es dejarla. Si el evento se vuelve demasiado abrumador, está bien marcharte temprano. Agradécele al anfitrión, ofrécele una cálida despedida y despídete con una impresión positiva. Priorizar tu bienestar es un acto de autocuidado, no de egoísmo, y garantizará que tus experiencias festivas sigan siendo alegres.
Las fiestas no tienen por qué ser un campo minado de incomodidad. Con un poco de preparación, empatía y un toque de humor, puedes manejar con gracia hasta los eventos más complicados. ¿Quién sabe? Incluso podrías crear momentos inesperados de conexión o recuerdos que termines atesorando en los próximos años. Después de todo, el verdadero espíritu de las fiestas tiene que ver con la conexión, el amor y una disposición a mostrar tu mejor cara… aun cuando no sea fácil.