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Vivir todos los días de nuestra vida

Michael Berg
Noviembre 5, 2023
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Este artículo fue publicado originalmente en 2019.

La porción Jayéi Sará comienza con: Vayihyú jayéi Sarámea shanáveesrim shaná, vesheva shanim, shenéi jayéi Sará, “Y la vida de Sará fue de cien año y veinte año y siete años; los años de la vida de Sará”. El Midrash dice que no es coincidencia que el inicio de esta porción, que habla de la muerte de Sará, venga justo después de la mención del nacimiento de Rivká, al final de la porción anterior, Vayerá; el Midrash conecta el nacimiento de Rivká, quien sería luego la esposa de Yitsjak, y la muerte de Sará, la madre de Yitsjak y esposa de Avraham. 

“Nunca puede haber carencia en los asuntos espirituales”.

Para comenzar a entender esto, el Midrash cita un versículo de Kohélet (Eclesiastés) que dice:  “Sale el sol, y se pone el sol”. El Midrash dice que hay un secreto en este versículo: cuando una gran alma deja este mundo, que se corresponde con la puesta del sol, siempre debe haber otro sol que salga en ese mismo momento, un alma tan grande como la que se fue. Y esto es lo que ocurrió con Sará y Rivká.

Por lo tanto, una gran alma nunca deja este mundo sin el nacimiento y la revelación de otra gran alma correspondiente. Por ejemplo, el día que Rav Akivá partió, nació el gran sabio Rav Yehuda Nasí. Y el mismo día que Rav Yehuda Nasí dejó este mundo, nació Rav Aba, otro gran sabio. Cuando los sabios notaron la partida de Rav Yehuda Nasí y el nacimiento de Rav Aba, dijeron: “El sol de Rav Yehuda Nasí se pone y el sol de Rav Aba sale”, tal como antes habían dicho “El sol de Rav Akivá se pone y el sol de Rav Yehuda Nasí sale”.

Hay un conocimiento aún más profundo en esto, basado en una de las enseñanzas más simples de Rav Áshlag: nunca puede haber carencia en los asuntos espirituales. ¿Qué significa esto? Cuando una persona invierte energía en un proyecto, pero dicho proyecto no se manifiesta como ella quiere, la Luz y la energía que fueron invertidas no se pierden; tienen que ir a algún otro lugar. Pero si la persona no tiene la conciencia de que la energía nunca se disipa, de que la Luz nunca desaparece, entonces podría no recibir la Luz en ese momento. Entonces, si bien es cierto que la Luz y la energía que se invierten nunca se pierden, si no tenemos esa conciencia, no necesariamente recibiremos de inmediato dicha Luz.

Cuando tenemos esto claro y vivimos con esta conciencia todo el tiempo, nunca nos decepcionaremos ni nos enojaremos. Porque ahora entendemos que si hemos invertido tiempo y energía en una persona o en una situación, está bien si las cosas no se dan como deseábamos; tenemos certeza en que la energía estará allí para siempre, y si se manifiesta o no de la manera exacta que queríamos no es tan importante como el hecho de que la Luz y la energía nos seguirán ahora.

“Nuestro trabajo en este mundo es hacer todo lo que podamos para revelar la Luz”.

Sará y Avraham hicieron muchas cosas en sus vidas; algunas dieron frutos a largo plazo y se podría decir que otras, objetivamente, fallaron. Ellos tuvieron miles y miles de estudiantes, y no muchos se quedaron con ellos hasta el final. Pero ¿cómo lo vio Sará? ¿Sará pensó que había desperdiciado la Luz y la energía que invirtió en todos estos estudiantes? No, Sará tenía con ella sus años, su vida y su energía. Ella sabía que cada porción de energía que invirtió desde el momento que inició su trabajo espiritual en este mundo hasta el momento en el que se fue, estuvo siempre con ella. Si una persona o una situación no se manifestaba de la manera en la que ella deseaba, era algo secundario; no era importante porque sabía que esa Luz era de ella, que esa energía era de ella, ella la reveló. Por lo tanto, ella se apropió de todos sus años.

Si nuestra conciencia es: “Acabo de desperdiciar un año, toda la energía que invertí en una persona o en un proyecto se desperdició”, entonces ya no nos “apropiamos” de ese año y es como si hubiésemos perdido ese año por completo. Por ejemplo, si tenemos 35 años, ahora tenemos 34 porque perdimos ese año. Pero cuando Sará dejó este mundo, está escrito que ella tenía todos sus años porque sabía que nunca hubo un instante desperdiciado en su vida. Ella sabía que la Luz no se disipa y que la energía nunca se va.

La pregunta que debemos hacernos es: ¿cómo vivir nuestra vida con esa conciencia? ¿Creemos que las cosas positivas que hacemos se disipan o desaparecen? Si la respuesta es sí, entonces sí desaparecen. Pero si sabemos que la Luz y la energía que manifestamos nunca se disipan, entonces nunca nos decepcionaremos, nunca nos enojaremos porque las cosas no se den como nosotros queríamos porque toda nuestra energía revela y manifiesta la Luz del Creador en este mundo de una manera u otra. Aunque la energía se manifieste como nosotros queramos o no es algo secundario, porque esa energía será nuestra para siempre.

Nuestro trabajo en este mundo es hacer todo lo que podamos para revelar la Luz, ayudar, cooperar y compartir de cualquier manera. Si manifestamos energía y despertamos Luz, si se nos da sabiduría y algo para compartir, esa energía será nuestra para siempre y sabemos que se manifestará en algún lugar, sin preocuparnos dónde, en tanto tengamos claro que esa Luz está con nosotros. Sará de esta manera; nos dicen que ella vivió todos los días de su vida. Y el regalo de comenzar a vivir nuestra vida del mismo modo, teniendo esta conciencia, lo recibimos en el Shabat de Jayéi Sará.


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