Cuando cometemos un error, tomamos una mala decisión o nos perdemos una oportunidad, naturalmente sentimos el aguijón del remordimiento. Es posible que deseemos regresar en el tiempo y hacer las cosas de forma diferente, o que nos sintamos atrapados por la vergüenza y la culpa, incapaces de seguir adelante.
A primera vista, el remordimiento parece una emoción negativa, pero el remordimiento, como cualquier otra emoción, puede usarse para informarnos y mostrarnos formas en las que podemos transformarnos en una mejor versión de nosotros mismos.
He aquí tres consejos para usar el remordimiento como una poderosa herramienta de transformación:
1. Reconoce que no se espera que seas perfecto. Ser imperfecto significa que hay espacio para el crecimiento.
Solemos creer que deberíamos esforzarnos por manejar nuestra vida sin errores y sin arrepentimientos. Por el contrario, no estamos destinados a ser perfectos. Si todos fuésemos perfectos, no habría necesidad de trabajar, estudiar o esforzarnos por mejorar. Estamos destinados a tener defectos y a crecer todo el tiempo. Estamos hechos para cometer errores y tener remordimientos; no de los que nos causan dolor o nos impiden avanzar, sino los que nos hacen mejorar.
Según la sabiduría de la Kabbalah, nadie puede convertirse en un maestro a menos que primero haya fracasado en esa área. Si un fracaso te lleva hacia el crecimiento, no es un fracaso en absoluto. Todo te ayuda a ascender en el proceso de convertirte en la mejor versión de ti mismo. Los errores no son acontecimientos negativos y desafortunados, sino más bien partes hermosas del crecimiento y la elevación.
Si vemos la vida como una progresión constante hacia el crecimiento, entonces las lecciones que aprendemos de los grandes y pequeños errores son necesarias para que avancemos. No solo para no volver a cometer los mismos errores, sino también para ayudarnos a ser mejores personas en general.
Siéntate con tu remordimiento, siéntelo plenamente y luego emplea toda esa energía y transfórmala en algo que te ayude a crecer.
2. Ten la certeza de que tus errores te han llevado a donde necesitas estar hoy.
Imagina que estás conduciendo hacia el trabajo, llegando tarde a una reunión importante, y que te equivocas de camino. Ahora vas a llegar todavía más tarde. Te sientes frustrado y enojado contigo mismo por no haber salido antes, no haber prestado más atención a la ruta o no haber usado el GPS. Sin embargo, lo que no sabes es que si no hubieses hecho ese giro equivocado, te habrías visto involucrado en un accidente que no solo te habría costado más tiempo, sino también más dinero.
Nunca vemos el panorama completo de nuestras acciones. Nuestras decisiones y errores nos han traído al lugar en el que estamos ahora, que es perfecto, exacto y con propósito. Estamos exactamente donde debemos estar. Desde luego, esto no nos exime de responsabilidad. Tenemos que aprender de nuestros errores y reevaluar para el futuro, pero no podemos tener claridad sobre nuestra toma de decisiones a menos que aceptemos plenamente que donde estamos ahora es donde estamos destinados a estar.
Entiende que tu alma necesitaba pasar por esa experiencia, aunque fuera dolorosa o decepcionante. Donde te encuentras ahora es justo donde necesitas estar. Puede que no sea donde querías estar o donde podrías haber estado, pero es donde tu alma necesita estar. Una vez que lo aceptes, podrás avanzar con la información y las lecciones que te ofrecen tus errores, en lugar del peso del remordimiento.
3. Proponte aprender de tus errores.
El remordimiento es un poderoso motivador y una herramienta para el cambio. La parte más importante de la vida es aprender de los errores y las experiencias en lugar de intentar borrarlos. A veces necesitamos la punzada del error o el ardor de la vergüenza para ayudarnos a interiorizar la lección.
Puedes cambiar la forma en que experimentas el remordimiento para que no te resulte pesado, sino como una información. Usa tus remordimientos como datos que determinen tus decisiones futuras. Mira hacia atrás para recordar tus errores, no porque desees estar en un lugar diferente al que estás ahora, sino para mejorar tu toma de decisiones la próxima vez que tengas un dilema similar.
Piensa en las lecciones aprendidas de los grandes o pequeños errores como necesarias. Prueba hacer una lista de tus fracasos, de tus contratiempos, junto con lo que has aprendido de cada uno de ellos y cómo puedes aplicarlo en el futuro. Cuando aprendes de tus remordimientos, puedes alcanzar un estado en el que te honras a ti mismo, tomas mejores decisiones y aprovechas más oportunidades.
El remordimiento no tiene por qué ser una razón para no avanzar. Aunque no nos haga sentir bien, podemos utilizarlo para aprender sobre nosotros mismos y el mundo, aportando a nuestras decisiones futuras y ayudándonos a crecer. Nuestros errores y sentimientos de remordimiento son necesarios. Sin ellos, estaríamos estancados. Nos impulsan en nuevas direcciones y nos llevan exactamente a donde nuestra alma necesita estar, aun si ese lugar no es siempre cómodo. Intenta replantear la manera en que consideras tus remordimientos y úsalos para alimentar tu plenitud futura.