Cuando limpias un armario o una alacena de la cocina, revuelves todo y descubres qué hay que limpiar, qué hay que tirar y qué hay que reparar. Pero, con mucha frecuencia, no logramos hacer el mismo tipo de inmersión profunda en nuestras relaciones para descubrir qué funciona y qué necesita más atención.
Ya sea que lo admitamos o no, queremos experimentar solo las partes buenas de nuestras relaciones —la alegría, la diversión, el placer y la curiosidad— sin interrupciones, dramas o molestias. Nuestra tendencia natural es evitar el conflicto. Pero el conflicto puede ser la puerta de entrada a una conexión más profunda y a una verdadera cercanía si sabemos cómo abordarlo y crecer gracias a él.
He aquí cuatro consejos para conflictos más saludables que fortalezcan tu relación:
1. Aborda el conflicto como una oportunidad, no como un obstáculo.
Es fácil ver el conflicto como una justificación para el enojo, el resentimiento, la decepción o incluso como una prueba de que estás con la persona equivocada. Pero nuestras relaciones no están destinadas a ser perfectas. El conflicto nos permite evaluar las cosas que podrían ser mejores, lo que crea una puerta para profundizar la intimidad y la franqueza.
Fomentar la cercanía no se logra solo a través de tener unas excelentes vacaciones juntos o una buena noche de paseo por la ciudad. Tener conversaciones difíciles sobre sentimientos heridos y malentendidos, y superarlos juntos, crea el pegamento para la relación. A veces nos mordemos la lengua o evitamos tener estas conversaciones porque nos sentimos incómodos o tenemos miedo. Aun así, cuando las tenemos, aprendemos algo sobre nosotros mismos y nuestra pareja, y desarrollamos una comunicación más sólida.
Cuando ambas personas son reflexivas, espirituales y proactivas, pueden usar lo que han aprendido para volverse más fuertes. Si no lo hacen, pierden la oportunidad de profundizar su relación. El objetivo no es evitar el conflicto, sino transitarlo para fortalecerse.
2. Tener claro el objetivo del conflicto: acercarse.
Cuando las personas discuten, no suelen detenerse a pensar en el objetivo final. Si somos sinceros, a menudo tratamos de hacer que la otra persona se sienta culpable, hacer que reconozca nuestros sentimientos u obligarla a disculparse. Es posible que queramos demostrar que nosotros tenemos razón y que el otro está equivocado. El problema es que esos objetivos no tienen que ver con la unión, la alianza o el crecimiento mutuo, sino que crean separación. En cambio, cuando abordamos el conflicto con el objetivo de crear cercanía, podemos tener conversaciones mucho más productivas y sinceras.
Cuando abordes un tema difícil, comienza la conversación diciendo: “Quiero tener esta conversación porque quiero acercarme más a ti”. Establece tu intención para la conversación y concéntrate en encontrar formas de que ambos se unan en lugar de luchar para ganar.
3. Sé curioso y haz preguntas.
Las discusiones pueden ser acaloradas. Una de las herramientas más poderosas para mantener la conexión en situaciones emocionalmente cargadas es mantener la curiosidad durante toda la conversación. En lugar de sacar conclusiones precipitadas, haz preguntas. ¿Por qué dijiste esto? ¿Hay algo que hice que te haya molestado? ¿Cómo puedo mejorar en el futuro?
Con frecuencia, tenemos miedo de escuchar las respuestas a estas preguntas. El ego siempre está presente. No quiere que sintamos que hicimos algo mal ni que asumamos ninguna responsabilidad. Limita a tu ego aportando curiosidad y tratando de descubrir lo que tu pareja realmente quiere. ¿Cuál es el deseo detrás de las palabras? ¿Esta situación le recuerda algo que sucedió en su pasado? ¿Afecta su visión del futuro?
Escucha realmente a tu pareja y luego resume lo que ha dicho con tus propias palabras. Pregúntale si la has escuchado correctamente. Esto te obliga a pensar en lo que ha dicho mientras la haces sentir escuchada y le permites corregir cualquier falta de comunicación. Mirarse uno a otro con curiosidad aporta una cercanía que no se puede lograr de otra manera.
4. Mantener una comunicación y conexión constantes fuera del conflicto.
Comunicar y expresar tus sentimientos no debería terminar cuando se resuelve el conflicto. De hecho, las relaciones más sanas mantienen un contacto constante a lo largo del día. Tener conversaciones constantes y francas cuando no hay conflicto hace que sea más fácil hacerlo cuando sí lo hay. Los mantiene en un camino constante de crecimiento, desarrollando los músculos y las herramientas que necesitan para transitar discusiones difíciles.
Comunícate con tu pareja constantemente. Comparte tus temores, pensamientos y esperanzas. Hazlos parte de tu día, incluso si no están físicamente juntos. Envíale un mensaje de texto o llámala para hacerle saber que estás pensando en ella. Muestren consideración persistente el uno por el otro. No esperes a la noche en la que salen a cenar. Se trata de los pequeños momentos que crean intimidad, conexión e inteligencia emocional.
Todas las relaciones tienen momentos de armonía, desarmonía y reparación. Es un ciclo. Estas herramientas pueden ayudar a redefinir el conflicto como poderosas oportunidades para acercarse, aprender más del otro y desarrollar un vínculo más fuerte. El poder de la reparación influye en todo el curso de una relación. Es natural querer evitar el conflicto, pero los momentos de desacuerdo son algunas de las vías más importantes para profundizar la relación. Aprovéchenlos y afróntenlos juntos para crear una conexión más fuerte, más profunda y más espiritual.